Hace escasas semanas nuestro amigo Miguel Nonay, de A salto de mata y Viajeros Sin Límite, nos propuso acompañarle en un viaje diferente. El reto consistía en realizar un recorrido de cinco días por Aragón en silla de ruedas. La idea de Miguel, apoyada por Turismo de Aragón, era que descubriéramos su tierra desde un punto de vista distinto: el de aquellos a los que llamamos discapacitados y, en realidad, son tanto o más capaces que cualquiera. Miguel, al que viajar en silla de ruedas no le ha frenado nunca, reunió para esta aventura a un grupo de ocho completado por Roberto y Maribel (El Guisante Verde Project), José R. Pérez, «Avistu» (Viajablog), Txaber Allué (El Cocinero Fiel) y el cámara Yurka Griemsmann. Aquí os explicamos cómo fue la experiencia #Aragon4all
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En silla de ruedas por la provincia de Huesca
La primera parada de nuestra ruta fue Bierge, un pequeño pueblo de la comarca de Somontano de Barbastro. En nuestra espaciosa furgoneta llevábamos la silla de Miguel y otras tres sillas que nos íbamos turnando el resto de expedicionarios. La Hostería de Guara fue el primer sitio donde pusimos a prueba la accesibilidad de los lugares que íbamos a conocer. Y pasó con nota el examen. Un pequeño reborde en la rampa de acceso fue la única dificultad para los inexpertos, pero una vez superado el escollo -con maña o un poco de ayuda- fue fácil moverse por todo el hotel, incluyendo ascensores, lavabos, restaurante, bar, etc. Más allá de la accesibilidad, por cierto, es un lugar fantástico para alojarse: magnífico entorno, vistas preciosas, trato familiar y amable, productos locales en las comidas, jardín con piscina, etc.
Nuestra primera visita en la zona fue a la almazara de Aceites Ferrer, en el propio pueblo de Bierge. El espacio es perfectamente accesible en silla de ruedas, aunque nadie se libra de subir la cuesta que lleva hasta allí. Es curioso lo empinadas que se ven las calles cuando uno tiene que darse impulso en la silla. En esos momentos se agradece sobremanera la ayuda de los acompañantes. En cuanto a la visita, fue de lo más didáctica. Uno de los hermanos propietarios de Aceites Ferrer, herederos de la empresa de tradición familiar, se encargó de mostrarnos el proceso de elaboración del aceite y nos adentró en el curioso mundo de la cata de aceites. Nunca hubiéramos dicho que un aceite puede oler a tantas cosas y tener un sabor tan intenso. Algo digno de probar.
En el segundo día de viaje nos acercamos al Centro de interpretación del Parque natural de la Sierra y los Cañones de Guara, también en Bierge. Este centro es todo un ejemplo de accesibilidad, con plaza de parking reservada para minusválidos, buena rampa de acceso, paneles informativos a la altura de la vista desde la silla, un original jardín donde los ciegos pueden oler, palpar y leer información en braille y muchos otros detalles curiosos. No en vano, el parque recibió el premio EDEN de la UE por su trabajo en accesibilidad. La joya de la corona es el sendero de La Tamara, que se adentra 500 metros en el parque hasta un fantástico mirador. Por desgracia, en temporada baja el sendero no estaba en perfecto estado de mantenimiento y se hizo completamente necesaria la ayuda de los acompañantes en la mayor parte del recorrido. Eso sí, el premio final de las vistas bien merece el esfuerzo.
Después de hacer una breve parada ante el fotogénico Salto de Bierge (foto superior), tuvimos la tarde libre para conocer Alquézar y encaminarnos a Zaragoza, donde continuaría nuestro viaje. No nos extenderemos aquí en detalles sobre Alquézar porque no entraba en el plan y no es precisamente muy accesible en silla de ruedas, pero merece la pena acercarse hasta donde se pueda para disfrutar de la belleza de su caprichoso entramado de casas, iglesias y plazas rodeadas de acantilados y un precioso valle.
En silla de ruedas por la provincia de Zaragoza
Uno de los lugares más importantes de nuestro viaje fue el Hotel Ilunion Romareda de Zaragoza. No sólo fue nuestra base de operaciones principal, sino que allí aprendimos mucho sobre la accesibilidad universal. Desde la directora, Mariola Valladares, hasta el último empleado, se palpa el gran esfuerzo que han hecho por entender y facilitar las necesidades de cualquier persona con alguna discapacidad. Sólo algunos ejemplos; en el Ilunion Romareda los ciegos no toparán con obstáculos a la altura de los ojos. La decoración, con fuertes contrastes cromáticos, está pensada para ayudar a personas con visión reducida. Disponen de despertadores con vibración para sordos, así como señales de emergencia visuales. Las habitaciones adaptadas tienen todo tipo de detalles muy bien pensados, como botones grandes en el teléfono, mando para regular la posición del colchón, duchas enormes sin bordillos, etc. Una de las experiencias más impactantes fue la de la «cena a ciegas» que nos prepararon. A pesar de nuestra torpeza, comprobamos que cenar sin poder ver nada no tiene por qué ser una barrera si el personal del hotel está preparado para estas situaciones. Desde luego, quedamos impresionados con todo el repertorio de facilidades de este hotel 100% accesible.
En el tercer día de viaje descubrimos el Parque Natural del Moncayo de la mano del guía Andrés Omeñaca, quien nos transmitió toda su pasión por la flora y la fauna local. Los senderos entre hayas y abedules no son accesibles en silla de ruedas, como es lógico, pero a pie de carretera, en la Fuente de la Teja (muy cerca del Centro de Interpretación de Agramonte), pudimos disfrutar plenamente de la naturaleza y las explicaciones de nuestro fantástico guía.
Antes de comer aún tuvimos tiempo de visitar la preciosa localidad de Tarazona. En las zonas más bonitas del casco antiguo se hizo difícil moverse sin ayuda, pues son calles empedradas e inclinadas en muchos casos, pero nuestro principal objetivo era la recién restaurada Catedral de Tarazona (1.232), donde nos encontramos con una sorprendente mezcla de estilos gótico, mudéjar y renacentista. Allí sí fue un placer deslizarse con la silla sin trabas. Incluso disponen de lavabos adaptados. Si vais por allí, no os perdáis también la curiosa Plaza de Toros Vieja (reconvertida en parque) y la espectacular fachada renacentista de la Casa Consistorial.
Después de comer visitamos otro monumento imprescindible en la zona: el Monasterio de Veruela (1.145). Esta histórica abadía acogió a la Orden del Císter durante casi siete siglos y más tarde a los jesuitas durante un período mucho más breve (1.877-1.975). Pero un sólo huésped le proporcionó más fama que todos sus monjes: Gustavo Adolfo Bécquer, que en su retiro al contraer la tuberculosis escribió allí las famosas «Cartas desde mi celda». Todo el recinto es 100% accesible en silla de ruedas, incluyendo el anexo Museo del Vino del Campo de Borja.
En el cuarto día de viaje nos acercamos a Muel para conocer su milenaria tradición alfarera. En el Taller Escuela Cerámica de Muel aprendimos sobre el proceso de elaboración de sus famosas piezas y conocimos a maestros alfareros trabajando in situ. Todo el recorrido por las entrañas del complejo está adaptado, así que fue un placer movernos por allí. Al igual que fue un placer visitar las cercanas Bodegas Care (D.O. Cariñena), donde nos desvelaron los secretos de sus vinos desde el cultivo de la uva hasta el embotellado. Además, hicimos una cata de tres vinos diferentes y comimos en su magnífico restaurante, o sea que salimos de allí encantados.
En silla de ruedas por Teruel
El resto del cuarto día y la mañana del quinto los dedicamos a conocer la ciudad de Teruel. Teruel no sólo existe sino que además tiene rincones magníficos, como habíamos comprobado Lupe y yo hace unos años. Seguir a la guía por Teruel no fue complicado en general con la silla pese a algunas calles empedradas o con aceras estrechas y leves subidas, así que en una tarde nos pusimos al día sobre la riqueza de su conjunto mudéjar, parte esencial de la «Arquitectura mudéjar de Aragón«, declarada Patrimonio de la Humanidad en 2001.
Menos dificultades aún tuvimos para movernos por la fabulosa Iglesia de San Pedro, perfectamente adaptada. Además de su impresionante interior y su claustro, esta iglesia es conocida por albergar el Mausoleo de los Amantes de Teruel, todo un símbolo de la ciudad. También se encuentra muy bien adaptada la Catedral de Santa María de Teruel, con su excepcional portada neomudéjar y su techo mudéjar. La techumbre puede admirarse desde una galería elevada, pero por desgracia esta subida no está adaptada, así que hay que conformarse con verla a ras de suelo. Aún así, uno queda maravillado.
Conclusiones y agradecimientos
Viajar por Aragón en silla de ruedas estos días ha sido una experiencia muy positiva. Al principio uno tiende a fijarse en los problemas, incomodidades y trabas más que en otra cosa. Las subidas se hacen eternas, los bordillos parecen muros y dan ganas de dinamitar algunos obstáculos que parecen colocados a propósito. Pero en poco tiempo uno aprende a sortear las dificultades y empieza a valorar todos aquellos detalles que facilitan la vida a las personas con movilidad reducida. Muchos hoteles, restaurantes, museos o edificios históricos han hecho un buen trabajo para que nadie se quede atrás, para que todos podamos disfrutar de una visita, de una comida, de un lavabo o de una cama, independientemente de si viajamos en silla de ruedas o no. Hemos comprendido también que ofrecer la accesibilidad universal supone un importante reto para los empresarios del sector turístico, pero creemos que merece la pena el esfuerzo. No sólo por solidaridad, sino también por el propio beneficio de su negocio. Y lo más importante: hemos aprendido que se puede viajar en silla de ruedas. Donde no llegan los recursos siempre encuentras una mano amiga dispuesta a ayudar.
Terminamos este relato agradeciendo a Miguel Nonay la invitación y a todo el equipo la grata compañía. Gracias también a las empresas y organizaciones que hemos nombrado por su implicación y buen hacer en labores de accesibilidad, especialmente a Turismo de Aragón, quienes han apoyado el proyecto y lo han hecho posible. También merecen una mención los siguientes locales en los que comimos bien (en nuestra silla de ruedas, por descontado) y fuimos bien atendidos: Apartahotel Valle de Rodellar (Rodellar, Huesca), Restaurante La Farándula (Zaragoza) y el Hotel Brujas de Bécquer (Tarazona), así como el Hotel Isabel de Segura (Teruel), donde hicimos noche y nos manejamos a la perfección con las sillas.
Fotos: (1) Bierge (2) Hostería de Guara, Bierge (3) almazara de Aceites Ferrer, Bierge (4) Mirador en Sierra de Guara (5) Salto de Bierge (6) Mariola Valladares, directora del Ilunion Romareda (7) Parque Natural del Moncayo (8) Catedral de Tarazona (9) Monasterio de Veruela (10) Taller Escuela de Cerámica Muel (11) Bodegas Care, Cariñena (12 y 14) Exterior/interior Catedral de Teruel (13) Amantes de Teruel. Autoría: Lupe Manzano/Los apuntes del viajero // Foto de grupo por Yurka Griemsmann.
Ya teníamos la sensación de haber pasado unos días muy intensos, y ahora lo confirmamos. Por segunda vez hemos viajado sobre una silla de ruedas, y la experiencia no pierde un ápice de intensidad ni de interés. Sería bueno que los responsables que de verdad pueden hacer cambiar la fisonomía de los lugares y de las ciudades también vieran las cosas a medio metro del suelo. Cambian, y mucho.
Por lo demás, un placer haber compartido con vosotros esta experiencia, ya había ganas. Y encantados de haber conocido a Lupe, :)
Un abrazo!
Maribel, Roberto, gracias por vuestro comentario jóvenes :) Fueron unos días intensos, sí! Y con las sillas aumenta esa sensación ya que todo se hace más complicado. Un placer haber compartido con vosotros esta experiencia! Abrazos desde Barna!
Muchísimas gracias Pruden por esta visión de Aragón desde una silla de ruedas mostrando emociones, experiencias y vivencias de lugares accesibles. Para mí fue un placer y empeño personal tenerte en mi tierra y disfrutar de tus experiencias y de las de los demás compañeros. Además nos divertimos muchísimo. Abrazo grande para los dos :)
Hola Miguel! Gracias a ti por la invitación y por contar con los dos :) Fue muy grata la experiencia y aprendimos mucho, de verdad. De lo positivo y lo negativo de ir en silla de ruedas hemos sacado muchos aprendizajes y, como mínimo, cada día nos paramos más a pensar en cuántas cosas se podrían hacer mejor para que el mundo fuera un lugar más accesible. Y a veces no costaría nada! Bueno, un abrazo de parte de Lupe y mía :)