Solo uno de los tres miembros de esta familia viajera ha visitado Islandia. Por desgracia, yo no soy uno de ellos. Pero es un tema al que pronto pondremos solución. Mientras tanto, mientras planificamos, soñamos y damos forma a ese viaje, he ido recopilando datos curiosos, divertidos o insólitos sobre ese peculiar país, que solo tiene el doble de habitantes que el distrito de Barcelona en el que vivo. En este artículo he recopilado 10 curiosidades de Islandia que me han llamado mucho la atención.

Índice de contenidos
- 1. No hay más ovejas que habitantes
- 2. Carreteras restringidas y carreteras prohibidas
- 3. El único museo del mundo dedicado al pene
- 4. Bajar en ascensor a un volcán
- 5. La casa más solitaria del mundo
- 6. Sin McDonald’s, pero con Metro
- 7. Un avión estrellado convertido en atracción turística
- 8. Un balneario de «aguas residuales»
- 9. El único país sin mosquitos
- 10. El árbol de Navidad que venía de Oslo
1. No hay más ovejas que habitantes
De entre todas las curiosidades de Islandia, probablemente la más repetida es esta: en la isla hay más ovejas que habitantes. Pues bien, vengo aquí a ponerlo en duda. Aunque la afirmación era completamente cierta hasta hace unos años, cuando la población de ovejas era bastante superior a la de habitantes, las estadísticas actuales parecen contradecir el mito. Según los últimos datos de Statistics Iceland, el número de ovejas en Islandia era en 2023 de 354.986 mientras que la población llegó ese año a los 375.218.


Lo de «en Islandia hay más ovejas que habitantes» fue correcto hasta 2022, cuando el aumento de población coincidió con la caída en el número de cabezas de ganado, empatando a 365.000. Para hacernos una idea de cómo han cambiado las cosas, baste decir que en 2015 había 480.000 ovejas y 323.000 habitantes. Y las tendencias parecen ser inversas: cada vez hay menos ovejas y más personas.
2. Carreteras restringidas y carreteras prohibidas
Quizá también hayas oído que en Islandia solo hay una carretera. Eso tampoco es cierto, aunque es verdad que hay una carretera principal con forma de anillo que recorre todo el perímetro de la isla: la Route 1 (o Ring Road), con más de 1.300 km de longitud. Sin embargo, la red de carreteras abarca un total de 13.000 km, de los cuales un 40% están pavimentadas. Muchas de las carreteras de gravilla son las llamadas F-roads, pistas de montaña marcadas con una F y a las que solo se puede acceder con 4×4, un tipo de vehículo que los turistas pueden encontrar en empresas locales de alquiler.

Las F-Roads suelen abrirse únicamente en primavera y verano, y es muy recomendable comprobar su estado en la web oficial del sistema de transporte de Islandia antes de aventurarse en ellas. Además de vehículos de tracción a las cuatro ruedas, en muchas se requiere bastante pericia al volante, ya que ocasionalmente habrá que vadear pequeños ríos o enfrentar tramos de fuertes baches. De hecho, algunas carreteras de montaña son tan peligrosas que están totalmente prohibidas a turistas.
3. El único museo del mundo dedicado al pene
Islandia alberga varios museos muy curiosos, pero el más bizarro de todos es el The Icelandic Phallological Museum, comúnmente traducido como la Faloteca Islandesa o Museo del Pene. Este museo, como su propio nombre indica, está dedicado a todo lo relativo al falo, desde falos reales de diferentes especies hasta objetos con forma fálica. Todo empezó como una broma, allá por el 1974, cuando Sigurður Hjartarson recibió como regalo un pene de toro.
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Sus compañeros de trabajo convirtieron aquella broma en una tradición y Sigurður desarrolló un genuino interés por el tema. En 1997 ya tenía falos de 62 especies diferentes y decidió abrir al público una pequeña exposición, que fue creciendo en tamaño (ejem…) y en popularidad. Sigurður dejó el proyecto en manos de su hijo en 2011 tras alcanzar su gran objetivo: exponer un pene humano. En 2020 el museo recibía ya tantas visitas que se trasladó a un moderno espacio en el corazón de Reykjavík.
4. Bajar en ascensor a un volcán
En Islandia puedes vivir muchas experiencias únicas, como bucear entre las placas tectónicas norteamericana y euroasiática o descender en ascensor hasta el corazón de un volcán. Hablamos del Thrihnukagigur, un volcán inactivo que no registra actividad desde hace más de 4.000 años. La empresa «Inside the Volcano» gestiona la visita al interior, que se realiza mediante un «ascensor» (más bien una gran cesta metálica) que desciende 198 m en un espectacular trayecto de 6 minutos.

5. La casa más solitaria del mundo
Hace unos años se hizo viral la fotografía de una casa completamente aislada del mundo. La evocadora imagen, publicada por el instagramer h0rdur, fue tomada frente a Elliðaey, un islote deshabitado perteneciente al archipiélago de las Westman Islands, a unos 8 km de la costa islandesa. La casa fue bautizada en seguida como la «casa más solitaria del mundo» y en torno a ella surgieron numerosas leyendas. Los rumores decían que era de un millonario que se preparaba para un apocalipsis, que pertenecía a un fanático religioso o que el gobierno islandés se la había regalado a Bjork.

La realidad, sin embargo, es mucho más mundana y hasta un poco triste: la casa pertenece a la Elliðaey Hunting Association, una asociación dedicada a la caza de frailecillos. De hecho, más que una casa es un pabellón de caza donde los socios pueden alojarse, comer o disfrutar de la sauna. Por lo que sabemos, es visible desde algunos de los ferrys que viajan hasta Heimaey, capital de las Westman Islands, y en algunos tours en barco por este archipiélago.

6. Sin McDonald’s, pero con Metro
Islandia es uno de los pocos países europeos donde no hay ningún establecimiento de McDonald’s. La cadena de restaurantes de comida rápida estadounidense tenía tres locales en Islandia hasta 2009, pero la crisis financiera les llevó a salir del país por los altos costes de los productos importados y el escaso volumen de negocio. De todos modos, los islandeses no los echan mucho de menos. Los McDonald’s fueron inmediatamente sustituidos por restaurantes de la cadena Metro, donde se ofrecen hamburguesas casi idénticas con productos locales.

7. Un avión estrellado convertido en atracción turística
En noviembre de 1973, un avión Douglas DC-3 del ejército norteamericano se estrelló (o realizó un aterrizaje forzoso, en una versión menos épica de la historia) en la playa de Sólheimasandur, en la costa sur de Islandia. Sorprendentemente, los siete tripulantes salvaron la vida y fueron evacuados en helicóptero. El avión fue dado de baja y abandonado en el lugar, quedando su fuselaje relativamente intacto. Desde entonces, y especialmente con la llegada de las redes sociales, el avión se ha convertido en un lugar de peregrinaje turístico.

Los restos del avión pueden visitarse por cuenta propia, caminando 1 hora contra el viento, o bien tomando un bus 4×4 que te acerca a unos metros.
8. Un balneario de «aguas residuales»
Uno de los lugares más visitados de Islandia es la famosa Laguna Azul, frecuentemente usada como imagen de portada en guías turísticas. Al contrario de lo que muchos piensan, la Blue Lagoon no tiene origen natural. El agua de este popular balneario, que recibe cada año a más de un millón de visitantes, es un subproducto de la cercana central geotérmica Svartsengi, que expulsa agua sobrecalentada utilizada para accionar turbinas que generan electricidad.

A principios de los 80, vecinos de la zona empezaron a bañarse en la laguna azul turquesa (color fruto de la mezcla de sílice, microalgas y sales) que se había creado junto a la central y descubrieron que sus aguas, con una temperatura de entre 37°C y 40°C, tenían propiedades beneficiosas para la piel, algo que la ciencia confirmó más tarde. En 1999 se inauguró un moderno spa y, en 2005, un hotel-clínica para el tratamiento de la psoriasis.
9. El único país sin mosquitos
Los mosquitos se adaptan prácticamente a cualquier clima, por extremo que sea, y te los encontrarás en cualquier país del mundo, excepto en Islandia. Bueno, tampoco los hay en la Antártida, pero no lo cuento como país. Las razones de por qué los mosquitos no han invadido Islandia y sí otras naciones «vecinas», como Groenlandia o Noruega, no están del todo claras. Las hipótesis principales son tres, según The Icelandic Web of Science:
- No han llegado a suelo islandés desde los aviones
- Si han llegado, no han encontrado un lugar apto donde poner sus huevos
- Sus ciclos de vida no se adaptan a las peculiares condiciones islandesas
Sea como sea, no hay mosquitos en Islandia… y eso es una gran noticia para quienes visiten la isla.
La instalación de un gran abeto en la plaza Austurvellir de Reikiavik, el primer domingo de Adviento, marca el inicio de la Navidad en Islandia. Este árbol es conocido por todo el mundo como el «árbol de Oslo». El motivo es simple: durante décadas este gran árbol de Navidad fue enviado desde la capital noruega hasta la capital islandesa. ¿Por qué? Quizá para saldar una vieja deuda. Y es que cuando los vikingos noruegos llegaron a la isla, a finales del siglo IX, arrasaron con casi toda la masa forestal existente.

La tradición de talar un árbol de Navidad en las cercanías de Oslo y enviarlo como regalo a Reikiavik se estableció en los años 50 y se mantuvo viva hasta 2015, cuando fue cancelada por el impacto medioambiental derivado del transporte del mismo. Además, los islandeses han recuperado parte de sus bosques y ya tienen sus propios abetos gigantes, así que tampoco tenía mucho sentido. Hoy en día los noruegos han cambiado la tradición por el envío de libros como símbolo de hermandad y los islandeses plantan su propio árbol de Navidad, al que siguen llamando «árbol de Oslo».