Viene de aquí
Bueno, terminemos con James. Nos habíamos quedado en el punto en que él me «robaba» el gorrito y nos ponía a rezarle a San Valentín. Al terminar sus oraciones (y las nuestras, que eran del tipo: «por favor, que no nos secuestre y nos lleve a manos de una secta satánica…» o, en un tono mucho menos trascendental: «joder, que nos deje ya en paz, que queremos llegar al hotel, comer y ver un poco la ciudad») me hago el despistado y le pregunto por mis cosas. James me devuelve los mapas y al señalarle mi cabeza se disculpa por el malentendido y me devuelve el gorrito que había metido en su bolsa. Nos cuenta alguna historia más de la Iglesia y sus beneficios y, por fin, nos lleva de nuevo al exterior. Era un buen momento para despedirse de James (creo que llevábamos ya más 1 hora con él), pero el hombre iniste en cogerme la guía y llevarme hasta la calle del hotel. Al parecer no es que llevara una ruta parecida a la nuestra, es que iba prácticamente al mismo lugar… casualidades de la vida. A todo esto llegamos a un cruce donde veo un desvío hacia St. Stephen’s Green Park y le digo que es por ahí.
Mi sugerencia no le convence a James y seguimos andando calle abajo (por cierto, la foto es al día siguiente en ese parque… sólo es de relleno). Mi novia y yo empezamos a pensar que nos lleva a algún piso franco para poder descuartizarnos y vender nuestros órganos, así que empezamos a sudar a propósito para que al menos le de asco tocarnos. Tonterías a parte, nuestro objetivo parece alejarse, pero James insiste en que vamos bien y no me deja ver el mapa. Nosotros le seguimos a cierta distancia, cansados y arrastrando las maletas desde el principio de la aventura. Él, tan tranquilo, nos comenta de pronto que ha quedado con alguien y se pone a enviar un mensaje. Cualquiera que haya visto películas chungas puede imaginarse las sensaciones que nos recorrían en ese momento. Con algo menos de gente y algo más de oscuridad la atmósfera habría sido de cine. ¿En qué momento teníamos que dejarle tirado y salir corriendo? ¿O pegarle un trompazo en la cabeza? Pues nada, nosotros le seguíamos como ovejitas. ¡Y entonces ocurrió! Allí, tras una hora y pico andando, hablando y rezando, estaba la calle del hotel. Tumbarse, dejar las maletas, ducharse, salir a comer (o a merendar, visto lo visto), pasear a nuestro aire… todo estaba a pocos minutos ahora.
Pero James se empeñaba en no dejarnos ver calles como ésta (vale, otra foto de relleno). Cuando, en la esquina de la calle, me paro a darle las gracias y le digo que ya veo el hotel, allá al fondo, me dice que no, que nos acompaña hasta allí. En fin, ya daba igual. El amable irlandés nos lleva hasta la misma puerta pero, ¿se despide? No, insiste en entrar con nosotros. En ese momento abandono la teoría del «fanático religioso de sectas satánicas» y la del «asesino vendedor de órganos» para centrarme en una nueva: «el viejo verde que intenta conseguir favores sexuales de parejas jóvenes a cambio de una visita guiada a la iglesia de San Valentín y calles anexas».
El caso es que James nos deja en la recepción y se disculpa porque necesita ir al lavabo. Agradezco el detalle para mis adentros, pues evito facilitarle datos como mi nombre, apellidos, dirección, etc. además del número de habitación. Mi pareja y yo nos miramos después de confirmar la reserva. ¿Subimos y ahí se queda? En ese momento algo en mi interior me dice que James es sólo un jubilado excesivamente simpático, excesivamente amable y quizá algo aburrido. Conclusión: le esperamos.
Una vez de vuelta, James se sienta en uno de los sofás de recepción y me pide de nuevo la guía. Me indica que tome asiento y, al hacerlo, veo que mi novia me lanza una mirada de «te voy a matar, desgraciado, me duelen hasta los párpados…». Aquí vienen veinte minutos o más de indicaciones que os ahorraré. Vamos, que me explicó todo lo que necestiaba saber sobre Dublín. Sólo teníamos dos días para ver la ciudad (ahora uno y medio), pero yo tenía información para dos semanas. Después de esto me dice de quedar esa misma tarde en un bar (vuelven las teorías chungas) y le digo que mejor mañana (¿por qué no le dije que no, simplemente?).
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Ahí podéis ver la guía y un merecido premio después del «Meeting James»(última foto de relleno). En fin, James se despidió de repente sin demasiadas ceremonias. Después de tantos rollos, sólo dijo «bueno, encantado de conoceros, adiós» y se fue. Al día siguiente, como era de esperar (aunque reconozco que tuve mis dudas), no nos presentamos en el bar donde habíamos quedado. Y al otro día, cuando ya abandonábamos Dublín de camino a Belfast, nos llega un mensaje de James: «lo siento, no pude ir ayer, ya os contaré». Yo aproveché para sincerarme y le dije que tampoco habíamos ido y que ya nos veríamos en otra ocasión, quizá en Barcelona. Se despidió enviándonos bendiciones y nunca más supimos de él. Hoy aún me pregunto, ¿quién era James?
Joder nen…
que grande! Llevo tiempo ya viviendo en Dublín y he vivido muchas situaciones extrañas (porque admitámoslo, hay gente muy rara por aquí), pero ese nivel de bizarrismo es nuevo para mi. En fin… por lo menos te queda como anécdota y recuperaste el gorro!
Un saludete!
cubodeidas.wordpress.com
Sí, la verdad que fue una experiencia extraña y divertida. Aún tengo su teléfono, o sea que aún podría haber nuevos capítulos XD
Gracias por pasarte… por cierto, próximamente subiré un post con «las 10 visitas imprescindibles en Dublín», alguna sugerencia de un veterano?
Saludos!
Ummm…. las 10 visitas imprescindibles en Dublín… Dublín ciudad, imagino.
Pues no se… yo apostaria por Trinity college, Christ Church, St Patrick Cathedral, Phoenix park, el jardin botanico, las fabricas de Guiness / Jameson, Temple Bar,…
Y como esculturas, pues Molly Melones, James Joyce, Oscar Wilde, Spire,…
A ver si te sirve de ayuda.
cubodeideas
Muchas gracias! Por cierto, si hay algo en el extraradio que merezca la pena también se puede incluir. Yo sólo estuve dos días, pero tampoco es una ciudad donde te colapses por los miles de lugares de interés que tiene, ¿no? Por cierto, ¿tú vives ahí de forma permanente? Al llegar oímos a paisanos catalanes que se iban a quedar unos meses para aprender inglés y en general había bastante colonia «apañola».