Si alguna vez, por los azares y carambolas de la vida, os ofrecen un puesto de conductor en Bolivia, preguntad antes de nada qué ruta vais a cubrir. Si os dicen que tenéis que conducir desde La Paz hasta la región de los Yungas, que os van a pagar las dietas, que veréis un paisaje muy bonito y que sólo son dos horas de trayecto, no os dejéis engañar, se están refiriendo a La carretera de la muerte. No hay que ser muy avispado para hacerse una idea de lo «divertida» que puede resultar esta ruta.
Basta con ver algunas fotografías para entender el por qué del nombre. Desde 1995 este recorrido se considera el más peligroso del mundo. Se calcula que en esta carretera, que tiene un desnivel de 3,000m desde su punto más alto hasta la parte más baja del recorrido, mueren cada año más de 100 personas. En 1983 esa cifra fue rebasada en un solo accidente al precipitarse al vacío un camión lleno de gente.
Para supersticiosos y amigos del «más allá» hay un motivo extra para no adentrarse en La carretera de la muerte. Según las creencias de los lugareños, el recorrido está poblado de espíritus que intentan distraer a los conductores para que se precipiten al vacío. Lo cierto es que la afluencia de tráfico es abundante y muchos de los conductores locales, que repiten este trayecto a diario, se santiguan cada vez que empiezan el recorrido, cada vez que pasan por delante de las numerosas cruces que se pueden ver en los laterales, cada vez que ven a lo lejos algún vehículo siniestrado y cada vez que terminan la aventura.
Esta vía, como veis, es de doble sentido, la mayor parte de vehículos que la transitan son camiones y autocares, y no hay ruta alternativa. La pericia de los conductores es fundamental, especialmente en época de lluvias, cuando el terreno se convierte en un lodazal. Como decía, antes de aceptar el trabajo, preguntad al menos cuál es el plus de peligrosidad.